¡Parcero, qué nota que esté por acá! Cuando uno piensa en Antioquia, de una se le viene a la mente el paisaje, la gente echada pa’lante y, claro, esa comida que es puro sabor. La gastronomía paisa no es solo pa’ llenarse, ¡qué va! Es el alma de nuestra cultura, un reflejo bacano de quiénes somos.
Nuestra cocina es como un sancocho bien hecho: tiene de todo. Se mezclan tradiciones indígenas, el toque afrodescendiente y la sazón de España. Esa fusión dio platos únicos que se han ido pasando de generación en generación, de las abuelas a las mamás, y de ahí pa’lante.
Si hablamos de comida paisa, es imposible no pensar en la mismísima Bandeja Paisa. ¡Eso sí es un banquete! Con sus frijoles, arroz, chicharrón, carne molida, huevo, plátano, arepa y aguacate, es un plato que te deja melo y te muestra la abundancia de nuestra tierra.
Y ni qué decir de la arepa, parcero. Es la reina de nuestra mesa. Ya sea con quesito, con hogao, sola o acompañando cualquier plato, la arepa es ese pedacito de maíz que nos une y nos recuerda de dónde venimos.
Detrás de cada plato paisa hay un montón de historias y de amor. Las mujeres, especialmente, han sido las guardianas de estas recetas, las que con sus manos y su sazón mantienen viva la tradición. Cocinar en Antioquia es un parche, una actividad comunitaria donde se comparte, se conversa y se fortalecen los lazos familiares y de vecinos.
Así que ya sabe, cuando se siente a disfrutar de un buen plato paisa, está saboreando historia, identidad y un patrimonio inmaterial que va más allá de lo culinario. Es una expresión de nuestra tierra, de nuestra gente y de esa manera tan particular de vivir que tenemos los antioqueños. ¡Qué orgullo, mi paisa!
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